jueves, 15 de julio de 2010

¿Es moral dedicar esfuerzos científicos al armamentismo? (Vox Populi de la Ciencia, Radio Bemba) 14 de julio de 2010

En su capítulo de libro, “Los Aspectos Éticos de la Ciencia Moderna”, Hugo Aréchiga nos plantea que:
“Dos corrientes han impulsado a la ciencia desde su aparición como fuerza social. Una, la motivación inconsciente, particularmente desarrollada en algunos individuos, de avanzar hacia lo desconocido; de plantear nuevos problemas, y de encontrar nuevas soluciones; otra, la búsqueda del bienestar derivado de los productos del conocimiento.”

Vamos a prestar especial atención a la segunda motivación, con interés particular en sus aplicaciones militares. El problema es el siguiente: habiendo tantas necesidades humanas, especialmente la pobreza, el hambre, la enfermedad y la gente sin acceso a educación y a los beneficios de los productos del trabajo, ¿es moral dedicar esfuerzos científicos al desarrollo de armas cada vez más destructivas y sofisticadas?

La revisión del libro: “El Papel de la Ética en la Investigación Científica y la Educación Superior”, coordinado por Martín Aluja y Andrea Birke, editado por el Fondo de Cultura Económica y la Academia Mexicana de Ciencias, no contiene una sola mención de la moralidad, o inmoralidad, del esfuerzo científico dedicado a asuntos militares.

A pesar de que 25 autores contribuyeron al contenido del libro, nadie se ocupó de la moralidad del trabajo científico en asuntos militares. En especial, Hugo Aréchiga se acercó ligeramente al tema cuando abordó el principio de “No atentar contra los intereses de la sociedad”, pero le dedicó menos de una página y abordó temas como: el daño ecológico, los nexos comerciales por encima de los académicos, las donaciones de empresas a científicos, para cerrar con la fabricación de datos, su falsificación y el plagio.

Aunque no se mencione, el trabajo científico en asuntos militares es un hecho conocido, por ejemplo, en octubre de 1941, cuando los Estados Unidos aún no entraba en la Segunda Guerra Mundial, se publicó en la revista American Journal of Physics un artículo intitulado “Entrenamiento de Físicos para las Industrias de Defensa”, el autor era Irvin H. Solt, de la Oficina de Educación de los Estados Unidos, y explicaba que la Ley Número 146, aprobada por el Congreso de ese país el 1 de julio de 1941, contenía un programa con 17.5 millones de dólares para cursos de ingenieros, químicos, físicos y supervisores en las industrias de guerra. Cuando esa ley fue aprobada, faltaban todavía 160 días para que Japón atacara Pearl Harbor, lo cual ocurrió el 7 de diciembre de 1941 y dio el motivo para la entrada de los Estados Unidos a la Segunda Guerra Mundial.

En el mismo sentido, la misma revista publicó en diciembre de 1942 una nota de Charles Morse, de la misma Oficina de Educación de los Estados Unidos, en la que se quejaba de la cantidad de jóvenes que se graduaban en la High School, pero luego no iban a matricularse en los College. La nota se titulaba: “High Scool Physics and the War”, que podemos traducir como “El Bachillerato y la Guerra.”

En ese ambiente se formaron los jóvenes que en 1962 tenían del orden de 40 años de edad y habían alcanzado un grado de doctor en ciencias y el resultado es bien conocido ahora: Los científicos de todos los países desarrollados estuvieron plenamente dispuestos a dedicar su trabajo a los intereses militares, aún cuando la guerra ya había terminado.

El 6 de febrero de 1986, en una conferencia en Ixtapa, en México, Gabriel García Márquez dictó una plática que llamó: El cataclismo de Damocles. En ella reflejó, con toda la categoría de su prosa, lo absurdo de la situación que se vivía entonces y que se sigue presentando en la actualidad. De ella tomamos algunos párrafos pero recomendamos la lectura directa de su artículo.



En el caso del párrafo anterior, entendemos la palabra prosa en el siguiente de los varios significados que le atribuye el diccionario en línea de la Real Academia Española: “Estructura o forma que toma naturalmente el lenguaje para expresar los conceptos, y no está sujeta, como el verso, a medida y cadencia determinadas.”

García Márquez escribió: “... el tremendo Apocalipsis cautivo en los silos de muerte de los países más ricos está malbaratando las posibilidades de una vida mejor para todos.” y basó su afirmación en datos como los siguientes:

“La UNICEF calculó en 1981 un programa para resolver los problemas esenciales de los 500 millones de niños más pobres del mundo, incluidas sus madres. Comprendía la asistencia sanitaria de base, la educación elemental, la mejora de las condiciones higiénicas, del abastecimiento de agua potable y de la alimentación. Todo esto parecía un sueño imposible de 100.000 millones de dólares. Sin embargo, ese es apenas el costo de 100 bombarderos estratégicos B-1B, y de menos de 7 000 cohetes Crucero, en cuya producción ha de invertir el gobierno de los Estados Unidos 21 200 millones de dólares.”




“En la salud, por ejemplo: con el costo de 10 portaviones nucleares Nimitz, de los 15 que van a fabricar los Estados Unidos antes del año 2000, podría realizarse un programa preventivo que protegiera en esos mismos 14 años a más de 1.000 millones de personas contra el paludismo, y evitara la muerte -sólo en África- de más de 14 millones de niños.”



“En la alimentación, por ejemplo: el año pasado había en el mundo, según cálculos de la FAO, unos 565 millones de personas con hambre. Su promedio calórico indispensable habría costado menos de 149 cohetes MX, de los 223 que serán emplazados en Europa Occidental. Con 27 de ellos podrían comprarse los equipos agrícolas necesarios para que los países pobres adquieran la suficiencia alimentaría en los próximos cuatro años. Ese programa, además, no alcanzaría a costar ni la novena parte del presupuesto militar soviético de 1982.”
Antes de continuar conviene explicar en qué sentido usa la palabra: “silos” García Márquez. Se refiere a los pozos que contienen el equipo electrónico, el combustible y los cohetes que transportan bombas nucleares. Además, se le llama “asistencia sanitaria de base” al conjunto de cuidados médicos, medicinas y vacunas fundamentales para prevenir enfermedades o curarlas si ya han aparecido. Finalmente, el “promedio calórico” es la cantidad de energía que requiere un organismo vivo para mantenerse y que tiene que ingerir a través del alimento.



“En la educación, por ejemplo: con sólo dos submarinos atómicos tridente, de los 25 que planea fabricar el gobierno actual de los Estados Unidos, o con una cantidad similar de los submarinos Typhoon que está construyendo la Unión Soviética, podría intentarse por fin la fantasía de la alfabetización mundial. Por otra parte, la construcción de las escuelas y la calificación de los maestros que harán falta al Tercer Mundo para atender las demandas adicionales de la educación en los 10 años por venir, podrían pagarse con el costo de 245 cohetes Tridente II, y aún quedarían sobrando 419 cohetes para el mismo incremento de la educación en los 15 años siguientes.”

Los comentarios de García Márquez en 1986 no fueron oídos por ninguno de los gobiernos de los países desarrollados. A manera de ejemplo, el gasto militar de los Estados Unidos pasó de 426 600 millones de dólares en ese año, a 535 900 millones de dólares en el año 2006.



Ésta es una forma de uso incorrecto de recursos económicos, que los Estados Unidos ya no pueden sostener, pues su déficit presupuestal anual es similar al gasto militar de cada año, como se verá en una gráfica que será publicada en el blog de este programa.



Además, hay dos agravantes recientes para el presupuesto del gobierno de los Estados Unidos:
1.El gasto de las guerras contra Irak, que según Joseph Stiglitz, premio nobel de economía, le costará en los próximos decenios al menos 3 mil millones de dólares cuando se agregue la manutención de las tropas heridas, accidentadas, o con secuelas de guerra.
2.El financiamiento otorgado a los banqueros para que salieran de su crisis en 2008 y 2009, lo cual se hizo con créditos en los que hipotecan el gasto del gobierno federal en los próximos años, pues en realidad, no tienen ese dinero.

Todos los países desarrollados tienen problemas similares ahora. Según informa Alejandro Nadal, en su artículo: La Tragedia Griega, publicado en el diario La Jornada el 24 de febrero de 2010, gran parte de la deuda actual de Grecia se gestó en el gasto militar de ese país, al adquirir, entre otros instrumentos de guerra, costosísimos aviones de combate.

En palabras de José Antonio de la Peña, Presidente de la Academia Mexicana de Ciencias en el año 2003, “Frecuentemente nos preguntamos si una acción está bien, si es buena, o por el contrario, si está mal.” para agregar más adelante que se trata de una “Tarea importante pero difícil. Finalmente, las normas morales cambian de una sociedad a otra y se modifican en el paso del tiempo: la sociedad puede obedecer diferentes normas y aceptar distintos valores de acuerdo con circunstancias o contextos diferentes.”
Fuente: Prologo al libro “Los Aspectos Éticos de la Ciencia Moderna”

A su vez, en las páginas 232 y 233 de su libro sobre Ética, Adolfo Sánchez Vázquez sostiene que han existido diferentes morales de clase. Mientras no se den las condiciones reales de una moral universal, válida para toda la sociedad, no puede existir un sistema de moral válido para todos los tiempos y todas las sociedades.

Afirma también que el hombre debe intervenir en la transformación de la sociedad porque, sin su intervención se abre la posibilidad de que el hombre no subsista como tal.

El tema del uso de la ciencia para fines militares se incrusta dentro de esta problemática.

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