miércoles, 18 de agosto de 2010

Actualidades Científicas (Vox Populi de la Ciencia, Radio Bemba) 18 de agosto de 2010

Es posible predecir el riesgo de ataques cardiacos escuchando el corazón. Se trata de una mejora que supera el uso del estetoscopio.

Sean Collins, del Centro Académico de Atención a la Salud, de la Universidad de Cincinnatti, reporta en un artículo de la revista American Journal of Emergency el desarrollo de un sistema que les permite detectar potenciales ataques al corazón mediante el ruido que hace este órgano al palpitar.

El estudio involucra el análisis de datos que fueron procesados con un sistema cuyas siglas son HEARD-IT por su nombre en inglés. Las pruebas se condujeron en nueve sitios distintos desde marzo hasta octubre de 2006 y se ha concluido que proporcionan un diagnóstico más preciso mediante el uso de algo que llaman cardiografía acústica.

Esta cardiografía consiste en buscar y hacer un seguimiento cuidadoso de un sonido bien conocido por los cardiólogos, el llamado sonido S3, que es diferente de los dos sonidos comunes en un corazón sano y que se les llama sonidos S1 y S2. El sistema más elemental es el estetoscopio, inventado en 1819 por el médico francés René Théophile Hyacinthe Laënnec y mejorado con las investigaciones de Josef Skoda en 1839.



El estetoscopio consta de dos tubos de goma que terminan en sendos audífonos adaptados al oído. Estos tubos se enlazan con otro que contiene un diafragma y una campana para amplificar los sonidos de auscultación.



El uso del estetoscopio lleva, entre otros propósitos, el objetivo de detectar la posible presencia del sonido S3 en los pacientes que son auscultados, pero la frecuencia baja del mismo y las limitaciones del mismo estetoscopio hacen difícil su detección con plena seguridad.

El uso de los nuevos aparatos mejora hasta en 70% la detección de pacientes que están en riesgo alto de un ataque cardiaco y se espera que con su aplicación se puede ganar tiempo para atender al paciente antes de que el peligro para su salud se acerque a situaciones incontrolables.

No en todos los casos es motivo de alarma la detección de este sonido S3, pues a veces se detecta en la juventud y en algunos atletas entrenados, así como en algunos casos de embarazo. Lo importante para los médicos experimentados es cuando aparece posteriormente, de modo que la experiencia del especialista resulta fundamental.



II. Un experimento con ratas de laboratorio permite determinar que la tendencia a engordar reside en el cerebro aunque se lleve la misma dieta
.

Tamas Horvath, profesor de neurobiología, ginecología y obstetricia de la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale, describe el experimento y las conclusiones en un artículo publicado en los Proceedings of the National Academy of Sciences. Una publicación científica que aparece periódicamente.

Primero formaron dos grupos de ratas: uno con tendencia a acumular grasa y otro grupo sin esa característica. Al primero se le llamó el grupo vulnerable a los alimentos que producen obesidad. Procedieron a alimentarlos de la misma forma y encontraron que la diferencia entre ambos grupos de ratas se encuentra en una región del cerebro desde la cual parte una señal que avisa cuando el alimento ingerido es suficiente. Este centro del cerebro trabaja más lento en las ratas con propensión a la obesidad.



Los investigadores pudieron observar que esa región del cerebro presenta inflamaciones frecuentes en los casos de las ratas con tendencia a engordar, mientras que en las ratas que no tienden a engordar tales inflamaciones no se presentan.

Los investigadores concluyen que la forma en que se conectan las neuronas del cerebro, desde que se encuentra el feto en el vientre materno, juega un papel determinante en la vulnerabilidad o la resistencia a engordar.



El estudio fue respaldado por el Instituto Nacional de Salud y la Asociación Estadounidense contra la Diabetes. Los autores de la Universidad de Yale son: Beatrix Sarman, Peter Sotonyi, Marya Shanabrough, Erzsebet Borok y Sabrina Diano. También participaron investigadores de la Universidad Monash, la Universidad de Cincinnati, el Instituto Alemán de Nutrición Humana de Potsdam-Rehbrücke, el Departamento de Asuntos de Veteranos de Nueva Jersey, el Sistema de Cuidados a la Salud y la Universidad de Medicina y Odontología de Nueva Jersey.

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