sábado, 15 de julio de 2017

Un gobernante ignorante se rodea de ignorantes que le ayuden






Este sábado 15 de julio de 2017, la colonia Fuentes del Mezquital, de la ciudad de Hermosillo, se quedó sin agua.

Todo empezó con una lluvia ligera que remojó el subsuelo arenoso de la colonia, que se encuentra a unos cuantos metros de lo que hace décadas fue el reconocido lecho del río Sonora.

Se trató de una lluvia vespertina, casi nocturna, que debería haber formado un charco en la esquina de las calles Olivares (continuación) y boulevard Solidaridad. Caminando por allí cerca de las 10 de la noche descubrí que no había agua donde siempre se formaba un charco.

Al día siguiente supe la razón: por la mañana, un camión pesado que pasaba por ese sitio se hundió y quedó inmovilizado. Se había roto un tubo de drenaje que corría, enterrado obviamente, a más de un metro de profundidad.

Comprendí que yo no había visto agua porque debieron estar formadas algunas grietas que nadie fue a inspeccionar.



Al siguiente día me enteré de un enorme socavón en una localidad del Estado de Morelos, donde un agujero enorme se abrió de pronto en una autopista y se tragó a los ocupantes de un automóvil que circulaba por allí. Murieron asfixiados, como dice el parte policiaco.

Ante las protestas de la población, el titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), Gerardo Ruiz Esparza, dio una declaración fenomenal: él no podía saber qué había abajo de la autopista porque no tiene ojos para ver abajo de la tierra.

¡Que lindo! Pensé, por supuesto que él no puede, pero dado el puesto que ocupa, debería saber quién sí puede hacerlo. Y todo sin necesidad de hablarle a Supermán.

La gente medianamente enterada sabe que existen unos aparatos que se llaman georadares, más conocidos como GPR por sus siglas en Inglés.

Usando esos aparatos, un geólogo entrenado puede saber qué hay debajo. Puede delinear una perturbación, una fosa, o diversos obstáculos, con la única condición de que no estén a una profundidad superior a las posibilidades del instrumento.

Es decir, las máquinas están a la venta y los mexicanos encargados de absorber y aplicar la tecnología también. Peor aún, muchos de ellos son desempleados con título universitario, pero nuestros dirigentes no lo saben porque su único contacto con los avances modernos de la ciencia son los teléfonos celulares, las teles de pantalla plana, los automóviles lujosos, los viajes en avión y cosas así.

¿Pero qué pasó con el dompe atascado a la entrada de mi colonia?
Pues que un tubo viejo de drenaje se rompió bajo su peso, supuestamente porque ya estaba muy viejo y deteriorado.

Es de creerse que así sea, pues allí hacía décadas que nadie revisaba. Seguramente porque piensan que no se puede ver debajo de la superficie de la tierra. Y si uno se pregunta: ¿qué hacen con el dinero dedicado a asesorías? La respuesta es simple: no sabemos, pero científicos y expertos en tecnología no son contratados con esos recursos económicos.

Afanosos en su trabajo, los obreros de la dependencia encargada empezaron a revisar y a localizar las fallas. ¿Cómo? Al método antiguo: escarbando en el terreno para poder ver.

Fueron encontrando las fallas y reparándolas, hasta que hoy, antes de las doce del día, hora local, la retroescavadora dio con un tubo delgado de cuatro pulgadas que estaba por encima de uno de mucho mayor tamaño. El del drenaje que iban sustituyendo.

Como no hay planos que se puedan consultar, y si los hay no se los proporcionan antes de que realicen el trabajo. La máquina que buscaba el tubo grueso encontró primero el más pequeño. El agua empezó a brotar a gran presión y los pobres hombres no parecían tener ni siquiera una motobomba a la mano.

El ingenio mexicano los sacó adelante. Usaron la máquina para escavar como si se tratara de un enorme balde para el agua y empezaron a sacarla del gran agujero que llevaban hecho.





Entre tanto una colonia entera se quedó sin agua potable, esperando que por fin, los obreros pudieran colocar ese tubo de color blanco que aparece a la izquierda den la foto anterior.



Efectivamente, un dirigente no tiene por qué tener ojos al estilo del súper héroe gringo, pero sí tiene la obligación de ser una persona culta, que lee y conversa con científicos que le pueden proporcionar información.

Si así fuera, hace mucho tiempo que habrían contratado a cuando menos tres geólogos, o licenciados en física, que no durarían más de un mes en capacitarse para manejar un GPR que permitiera revisar en qué estado se encuentra el subsuelo de la ciudad.


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