miércoles, 11 de mayo de 2011

Actualidades Científicas (Vox Populi de la Ciencia, Radio Bemba)


11 de mayo de 2011




I. Actualización sobre la radiactividad en Fukushima


Tomando datos de la Comisión Internacional de Energía Atómica para el caso de Fukushima, hacemos una comparación con los índices de radiación que se presentaron en Europa y en Estados Unidos después del accidente de Chernobyl el 26 de abril de 1986.

Como sabemos, el 11 de marzo de 2011 ocurrió frente a las costas de
Japón un sismo de 9 grados en la escala de Richter. Debido a que el
epicentro se localizó en el mar, el movimiento del fondo marino ocasionó un sistema de olas tan grande que fue catalogado como un sunami.

De acuerdo a la información proporcionada por las autoridades japonesas, en la Prefectura de Fukushima, a más de 100 kilómetros al norte de Tokio, la capital de Japón, los reactores nucleares se apagaron automáticamente a consecuencia del poderoso sismo. De acuerdo al diseño de la planta nuclear construida en Fukushima, inmediatamente debieron entrar a funcionar unos generadores eléctricos a base de diesel, para proporcionar la energía eléctrica necesaria para el funcionamiento de las bombas de agua que servirían para evitar que se calentaran los reactores nucleares. Sin embargo, esos generadores se dañaron y el proceso de enfriamiento no ocurrió.

En las horas siguientes al sismo se descontrolaron los reactores nucleares, generando una serie de accidentes en los que una serie de explosiones de hidrógeno combinado con el oxígeno del aire dieron lugar a grietas por las que escaparon sustancias radiactivas.

De acuerdo a la Comisión Internacional de Energía Atómica, en los primeros días de abril, casi 20 días después de ocurrido el sismo, la cantidad de microsieverts por hora en la prefectura de Fukushima corresponden a una dosis de 15.7 mili sieverts anuales, que es un poco más de la mitad de la dosis dispersada sobre Polonia y Alemania después del accidente de Chernobyl en abril de 1986.

En el caso de Fukushima, la radiación no ha llegado tan lejos como en el caso de Chernobyl, pues en la Prefectura de Ibaraki, a 134 kilómetros al sur, la cantidad de microsieverts reportados por la Agencia Internacional de Energía Nuclear equivalen a 1.05 mili sieverts anuales, que es el triple de la recibida en Estados Unidos a partir del accidente de Chernobyl.





El problema principal se encuentra en la bahía localizada frente a Fukushima, pues según los datos de la misma Agencia, a principios de abril de 2011 la radiación proveniente del agua contaminada, esparcida en el Océano Pacífico, era de 1011 Becquerels por cada metro cúbico, de modo que cada 10 metros cúbicos – es decir, 10 tinacos de agua – daban una potencia de radiación similar a la de una fuente de radioisótopos para terapia médica.




Dicho de otra forma, si pensamos en una piscina olímpica de agua contaminada en la bahía enfrente de Fukushima, corresponde a 237.5 fuentes de radioisótopos para terapia médica.




Como adelantamos en un programa previo de Vox Populi de la Ciencia, nuestra preocupación directa no debe ser la radiactividad que surca el aire, pues ésta sí se esparce por todo el planeta pero en cantidades tan pequeñas que es muy difícil de detectar con sensores de buena calidad. Nuestra preocupación debe ser el monitoreo de la pesca de los grandes depredadores marinos.

Uno de ellos es el atún de aleta amarilla, del cual ya hablamos en este programa, pues viaja de las costas de California hasta Japón y regresa en menos de dos años. Este es un trabajo interesante que nuestros estudiantes y científicos podrían emprender.

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