Los
medicamentos genéricos y los de patente
Primera
Parte
El gran
negocio de las empresas farmacéuticas
(Vox
Populi de la Ciencia, Radio Bemba)
Para hablar del
negocio de las industrias farmacéuticas tomaremos como fuente al
sitio de Internet de la AFL-CIO, una organización esencialmente
estadounidense de trabajadores. Fue creada en 1955 como una unión de
la American Federation of Labor (AFL) y la Congress of Industrial
Organizations (CIO). Traducido al Español, se llama Federación
Estadounidense de Trabajadores y Congreso de Organizaciones
Industriales.
Ellos afirman que
representan a 12.2 millones de trabajadores, lo cual se traduce en el
interés vital de 61 millones de personas si incluimos a sus
familias. En su organización hay profesores, mineros, bomberos,
pintores y plomeros, entre otros oficios.
En el sitio de
Internet de la AFL-CIO se encuentra un artículo firmado por alguien
de nombre Mike Hall, quien pone en tela de juicio la afirmación de
que el alto costo de las medicinas se debe a la necesidad de
recuperar la investigación dirigida al desarrollo de las mismas.
Ésta se ha convertido en una creencia promovida por los medios de
comunicación comerciales en todo el mundo.
A su vez, la base
del artículo de Mike Hall es el libro de Katharine Greider,
intitulado The Big Fix, que podemos traducir como: “La Gran
Componenda”. En esa obra ella trata de explicar cómo la industria
farmacéutica estafa al pueblo de los Estados Unidos, y como
consecuencia de la ramificación de esas empresas por todo el mundo,
se habla de la estafa a muchos otros países.
Mike Hall explica
esta clase de estafas poniendo como ejemplo el caso de una medicina
llamada Lipitor, que vende la empresa Pfizer con el nombre de
Atorvastatin y que se usa para controlar los niveles de colesterol en
la sangre. Ésta fue sintetizada, es decir, fabricada, en 1985 por
Bruce Roth y la protección de la patente en Estados Unidos debía
vencer en junio de 2011. Tan sólo en el año 2008 las ventas de
Pfizer en Estados Unidos alcanzaron los 12 mil 800 millones de
dólares solamente por el Lipitor.
Según Mike Hall,
por cada 100 dólares que un paciente gasta en comprar Lipitor:
- 35 dólares van al pago de administración, publicidad y comercialización.
- 26 dólares más van al pago de fabricación, pago de ejecutivos y pago de la fuerza de trabajo de quienes laboran para la empresa.
- Otros 24 dólares van exclusivamente a la renta, o ganancia, de los inversionistas, y
- los últimos 15 dólares van al pago de investigación y desarrollo de otras posibles medicinas.
Si hacemos cuentas,
resulta que el gasto en publicidad y comercialización, más el pago
a los inversionistas, es casi cuatro veces superior al dinero
dedicado a desarrollar nuevas medicinas.
Las patentes
protegen a las empresas durante veinte años, pero las empresas
recurren a varios procedimientos para extender dicha protección. Por
ejemplo, a veces afirman que están presentando una nueva
formulación, cuando simplemente la combinan con otro fármaco ya
existente. O la comercializan como una medicina útil para otra
enfermedad diferente, o peor aún, la combinan con una sustancia que
en realidad es un ingrediente que no cumple ninguna función en el
tratamiento de una enfermedad. Es el mismo fármaco, pero con una
patente diferente.
Este fue el caso con
la medicina Prilosec, cuya patente expiraba en octubre de 2002, fecha
en que otras empresas podrían entrar al mercado fabricando versiones
más baratas. La empresa AstraZeneca, propietaria de Prilosec,
introdujo entonces un nuevo medicamento cuyo nombre es Nexium y para
el cual obtuvo una extensión en su patente, pero además, movió el
costo del medicamento al doble. Supuestamente porque era de mejor
calidad.
En realidad, el
fármaco Prilosec, estaba formado por dos moléculas casi iguales y
unidas. Estas moléculas eran llamadas en la publicidad con las
letras R y S. Lo que se hizo en la empresa fue eliminar la molécula
R y hacer el fármaco Nexium con la molécula S. En algún momento de
la investigación, los científicos contratados por la empresa
descubrieron que esas dos moléculas casi iguales tenían el mismo
efecto medicinal, pero debido al derecho que esas empresas tienen
para ocultar sus resultados, no podemos saber en qué momento ocurrió
eso.
El control de las
empresas farmacéuticas sobre los médicos
La competencia entre
las empresas fabricantes y vendedoras de fármacos las lleva a
competir por el convencimiento de los médicos para que receten una
medicina en lugar de otra, privilegiando, por supuesto, las más
caras.
De acuerdo al
artículo de Mike Hall, las empresas farmacéuticas envían a sus
representantes con regalos para los médicos, que pueden ser muestras
gratis de medicinas, artículos de utilidad en sus oficinas, batas
blancas para ser usadas en sus trabajos. Todo con los logos de las
empresas que se las obsequian. Esto lo vemos frecuentemente cuando
asistimos a consulta con algún médico, sobre todo si ésta ocurre
en una clínica privada.
En los Estados
Unidos, en particular, un título de médico no te extiende el
permiso para ejercer esa profesión. Además, se requiere obtener
licencia médica, la cual puede ser extendida por diversas instancias
de gobierno, o colegios de médicos. Dichas licencias tienen un
tiempo de validez y es necesario presentar exámenes para obtener una
renovación de la misma. Esto significa para los médicos costos para
pagar los cursos de actualización necesarios y para obtener el
derecho al examen, así como a la expedición de la licencia. Las
empresas farmacéuticas se han incrustado en estos procedimientos
pagando parte de las erogaciones anteriores a manera de becas para
los médicos que entran en el proceso de renovación de su licencia.
Además, siempre
según el artículo de Mike Hall, se financian congresos, en los
cuales hay comidas gratis, viajes pagados, espacios para realizar sus
propias presentaciones en los congresos, acompañado de pagos por
honorarios a los médicos. En el año de 1993, la industria
farmacéutica de los Estados Unidos pagó 70 mil de estos eventos
educativos y en el año 2 000 alcanzó el número de 314 mil de
éstos.
El proceso de prueba
de las medicinas es otro negocio en el que aparecen conflictos de
interés. La revisión de las pruebas clínicas que tienen como
propósito garantizar efectividad de la presunta medicina y seguridad
del paciente que las va a recibir, son financiadas por las empresas
farmacéuticas hasta en el 70% de los costos totales. Este hecho les
da libertad para influir de manera decisiva en las pruebas que se
realizan. En el caso de las secciones que estas empresas no
controlan, como en las universidades y otras instituciones
académicas, resuelven su problema haciéndose presentes con el
financiamiento de las investigaciones que se realizan. Según el
artículo de Mike Hall, el apoyo de las farmacéuticas a las
instituciones académicas ya está muy cerca al 100%.
Mike Hall afirma
también que en el proceso electoral de los años 1999 y 2000 en los
Estados Unidos, las compañías farmacéuticas invirtieron más
dinero en apoyar candidaturas de políticos que las empresas
aseguradoras, las del tabaco, o las procesadoras de alimentos. Las
compañías farmacéuticas gastaron 177 millones de dólares en
contratar cabilderos pertenecientes a 134 bufetes que se dedican a
influir sobre los legisladores y autoridades ejecutivas del sistema
de gobierno estadounidense.
Los cabilderos son
personas que se dedican a conversar con los legisladores de la Cámara
de Senadores y de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos,
a fin de conseguir que en las leyes que se aprueban se incluyan
condiciones favorables para la empresa que los contrata, o se
eliminen aquellas posibles disposiciones legales que los afectan.
Lo que Mike Hall no sabe y puede que muchos laboratorios farmacéuticos tampoco, es que no hay necesidad de cambiar una fórmula o eliminar una molécula para poder tratar una enfermedad diferente de aquella para la que originalmente fue creado un fármaco con patente vencida, pues es posible demostrar, con técnicas de extracción de texto de la literatura biomédica, que efectivamente puede existir un nuevo nicho de mercado para un determinado fármaco, sin necesidad de engañar al consumidor. Así por ejemplo, he "descubierto" que la prostatitis crónica puede ser tratada con Nitazoxanida, aún cuando ésta haya estado utilizándose hasta ahora para tratar enfermedades gastrointestinales... Para ver cómo llegé a esta hipótesis, favor de visitar mi blog en:
ResponderEliminarhttp://bioinformaticapractica.blogspot.mx/2012/04/mejorando-mi-salud-con-un-nuevo_4089.html