El
salto con garrocha es una competencia de atletismo que consiste en
tratar de saltar por arriba de una varilla colocada horizontalmente a
cierta altura. El procedimiento consiste en tomar impulso durante una
carrera de 50 a 60 metros sosteniendo una vara larga que el atleta
coloca en una cavidad que detiene su carrera y permite transferir la
traslación horizontal en una vertical.
Las
garrochas usadas a fines del siglo XIX eran de madera, pero a
principios de los años 1900 fueron cambiadas por otras de bambú,
que tenían la misma resistencia pero eran más livianas. Después se
usaron garrochas de acero y de aluminio.
En
lo referente al salto con garrocha, las reglas de la Federación
Internacional de Atletismo Amateur son muy flexibles. No hay
restricción sobre longitud de la garrocha, ni sobre el material que
se usa para construirla, tampoco sobre la capacidad para almacenar
energía en caso de deformación. La única estipulación es que la
superficie sea suave en general y no tenga demasiada cobertura con
cintas adhesivas.
A
principios de los años 1960 se empezó a utilizar un nuevo tipo de
garrochas a base de fibra de vidrio rellena de un polímero que es
una forma de resina.
La
característica de este tipo de garrochas fue incrementar la
flexibilidad y permitir al atleta la realización de un movimiento
gimnástico en el que se coloca con la cabeza hacia abajo, combando
el cuerpo en torno a la varilla que no debe derribar, logrando así
que su cuerpo arqueado pase por arriba mientras su centro de masa
puede pasar por debajo de ella.
Si
un saltador de 80 kilogramos alcanza una velocidad de 10 metros por
segundo, que equivale a 36 kilómetros por hora, gana una energía
cinética de 4,000 joules, lo cual puede convertir en una altura de 5
metros, si realiza los movimientos de acuerdo a la técnica correcta.
Sin
embargo, los ganadores de la prueba de salto con garrocha logran
marcas cercanas a los 6 metros, lo cual nos lleva a preguntarnos de
dónde surge el metro restante.
La
respuesta está en que, además de convertir el impulso horizontal
logrado durante la carrera en otro impulso vertical, el atleta dobla
la garrocha con los músculos del tronco y de los brazos, haciendo
que, al combarse, ésta almacene una energía elástica que impulsa
al saltador hacia arriba.
En
condiciones ideales, la energía elástica de la garrocha puede
llegar hasta los 1,250 joules, lo cual permitiría casi un metro con
60 centímetros adicionales, que sumados a los 5 metros ya
mencionados, alcanzaría para llegar hasta alturas de 6 metros con 60
centímetros.
Lo
anterior explica por qué antes de 1960 los mejores saltadores con
garrocha estuvieron siempre por debajo de los 4 metros con 80
centímetros, logrando superar los 5 metros hasta el año de 1963.
En
1912 el mejor saltador del mundo alcanzaba los 4 metros con 2
centímetros, mientras que en 1960 se encontraban en los 4 metros
con 80 centímetros. Esto nos dice que, en 48 años, apenas habían
incrementado la mejor altura en 78 centímetros.
En
cambio, bastaron 17 años, desde 1963 hasta 1980, para que alguien
alcanzara una altura de otros 78 centímetros, lo que indica que el
material y el diseño de la nueva garrocha de fibra de vidrio jugó
un papel importante en el incremento súbito de la altura en esta
prueba del atletismo. Lo hizo el polaco Wladyslaw Kozakiewics el 30
de julio de 1980 en Moscú.
Como
ya mencionamos, el resultado teórico es que, si se aprovecha al
máximo la energía elástica que puede almacenar la garrocha, para
luego transferirla al impulso hacia arriba, los mejores saltadores
lograrían una altura de 6.50 metros.
Serguei
Bubka logró saltar 6.15 metros el 21 de febrero de 1993, pero el
record mundial reconocido lo alcanzó en Italia en 1994, con 6.14
metros, siendo éste el que se mantiene hasta la fecha.
Bubka
alcanzaba una velocidad de 9.9 metros por segundos, casi como un
corredor de cien metros, y disponía de una técnica que es
considerada la secuencia de posiciones de mejor calidad hasta la
fecha.
En
el caso de las damas, la competencia del salto con garrocha es
dominada desde el año 2003 por la rusa Yelena Isinbayeva, de quien
el entrenador Steve Rippon ha dicho que es de las pocas mujeres cuya
técnica es tan buena como la de los varones, superándolos en la
segunda parte del salto debido al enorme control que tiene sobre los
movimientos de su cuerpo, lo cual se adjudica a que siendo niña y
adolescente fue gimnasta, deporte del cual fue dada de baja por ser
demasiado alta: ahora ella mide 1 metro con 75 centímetros.
La
marca más alta lograda por Yelena Isibayeva es de 5 metros con 6
centímetros, que superó el 28 de agosto de 2009 en Zurich, Suiza.
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