martes, 17 de noviembre de 2015

Cien Años de la Relatividad General. (Algunos aspectos poco conocidos)



Este 18 de noviembre se cumplen cien años de que Albert Einstein logró explicar que los 43 segundos de arco que faltaban por explicar en el corrimiento del perihelio de Mercurio eran un efecto gravitacional no incluido en la teoría de Newton. En una conferencia desarrollada ante la Academia Prusiana de Ciencia explicó, además, que la trayectoria de la luz debía curvarse 1.7 segundos de grado. El doble de lo que él mismo había predicho tres años antes. Por esa razón, quiero ahora mencionar varios puntos que difícilmente serán mencionados en las publicaciones estandarizadas que circulan en la red. Muchas de ellas excelentes, pero también, algunas demasiado repetitivas.

Para abordar el tema del esfuerzo argentino por detectar la curvatura de la luz me apoyaré en los contenidos y fotografías cuya reproducción me ha sido permitida. Agradezco a Santiago Paolantonio por permitirme aprovechar el material del blog cuyas ligas agregaré más adelante.

Entre la alegría y la tristeza.

El lunes 22 de septiembre de 1919 llegó a las manos de Albert Einstein un telegrama que provenía de Holanda. Era enviado por Hendrik A. Lorentz y decía: “Eddington reportó el 12 de septiembre que ha sido probado que la luz se dobla cuando pasa cerca del Sol, sin embargo, los valores todavía no son muy precisos. No será sino hasta el 6 de noviembre que el valor final será anunciado – es bastante concordante con la teoría de Einstein, la cual predice un valor de 1.75 segundos de arco.” Una de las primeras acciones de Einstein fue telegrafiarle a su madre para decirle: “Querida madre, noticias jubilosas hoy, H. A. Lorentz ha telegrafiado que la expedición inglesa ha demostrado que la deflección de la luz debido al Sol.” Todavía no eran resultados formales, pero él buscaba darle a Pauline Einstein una alegría.

La vida de la madre había sido difícil después de la muerte de su esposo en 1902. La había dejado sin ingresos y con medios para vivir muy limitados. Ella se fue a vivir con su hermana Fanny, en Hechingen, una ciudad alemana situada a menos de 80 kilómetros al oeste de Ulm, donde había dado a la luz a su hijo Albert. Después se trasladó a Heilbronn, 90 kilómetros al norte, con la viuda de un prominente banquero de apellido Oppenheimer, donde se dedicó a dirigir la casa y a supervisar la educación de varios niños. Finalmente, optó por irse a vivir con su hija Maja, en Lucerna Suiza. Radicaba allí cuando empezó a sentir fuertes dolores abdominales que fue diagnosticado como cáncer que la llevaría a la muerte. Sabiéndose muy enferma, Pauline decidió irse a vivir con su hijo Albert a Berlín, donde llegó en los primeros días de 1920, acompañada por su hija Maja, un médico y una enfermera. Fue alojada en el estudio de Einstein, donde vivió hasta febrero sujeta a un tratamiento a base de morfina.

Cuando Pauline murió, Albert Einstein le escribió a su antiguo amigo, Heinrich Zangger, para darle la noticia con palabras como las siguientes: “Mi madre ha muerto ... Todos estamos completamente exhaustos ... Uno siente en los huesos el significado de los lazos sanguíneos.” El hombre cuya fama había explotado por los diarios más importantes del mundo, y que a partir de noviembre de 1919 empezaba a convertirse en el científico más conocido por la humanidad, no podía tener la dicha completa.

El largo y sinuoso camino.

El pronóstico de la teoría de la Relatividad General que resultó más impactante para el público fue que la trayectoria de la luz se dobla cuando pasa cerca del Sol. Había sido una de sus conclusiones inmediatas en 1907, cuando todavía trabajaba en la Oficina de Patentes de Berna. A raíz de que comprendió que un hombre que cayera libremente en un elevador no sentiría su propio peso, concluyó también que debería haber cierto efecto sobre la trayectoria de la luz, pero entonces pensó que el efecto sería demasiado pequeño como para poder ser detectado. Cuatro años después, como profesor en Praga, pudo llegar a la conclusión de que la magnitud del doblez serían 0.85 segundos de arco, de modo que, si se realizaban observaciones de las estrellas cercanas al Sol durante un eclipse, éste podría ser detectado.

El esfuerzo argentino.

En 1911, Einstein logró el interés del astrónomo Erwin Freundlich, quien desempeñaba su trabajo en el Observatorio de Berlín. A su vez, éste se puso en contacto con el Dr. Charles Dillón Perrine, del Observatorio Nacional Argentino, en Córdoba.
Un científico que había realizado observaciones de eclipses totales de Sol. Consiguieron los fondos necesarios para construir los instrumentos necesarios y viajaron a Cristina, Brasil, para presenciar la eclipse total de Sol que ocurriría el 10 de octubre de 1912. Dos días antes del suceso empezó a llover sobre la región y las nubes no se despejaron sino hasta después del 12 de octubre. El equipo argentino realizaría un segundo intento el 21 de agosto de 1914 en Ucrania, a donde habían viajado con el mismo propósito, esta vez el día había amanecido soleado, pero justo en el momento del eclipse se nubló. Un tercer intento fue llevado a cabo por Enrique Chaudet, del mismo observatorio, pero esta vez en solitario por falta de fondos. El 3 de febrero de 1916 estaba instalado en Venezuela, en uno de los sitios más idóneos para la realización de observaciones del eclipse de Sol que ocurriría ese día. De nueva cuenta el cielo se nubló, y aunque Chaudet logró obtener varias fotografías, no fueron lo suficientemente claras como para realizar alguna medición. Una cuarta oportunidad se presentó el 29 de mayo de 1919, en Sobral, Brasil. Allí sí estuvo un equipo de científicos ingleses, pero esta vez los argentinos no recibieron ningún apoyo. Serían los anglos quienes alcanzarían la gloria de detectar, por primera vez, que efectivamente el Sol modifica la trayectoria de la luz que proviene de otras estrellas. Esa es una historia que dejaré pendiente por ahora.


Agrego enseguida las fuentes de mis comentarios anteriores. Quien desee abundar sobre este esfuerzo argentino por detectar la deflexión de la luz cerca del Sol, puede ir a las siguientes direcciones:



Los seis jueves de Einstein.

Así como fue difícil el camino hacia la medición que daría certeza a la predicción de la teoría, la formulación de la misma fue una senda larga y sinuosa. Cuando Einstein hizo su primer cálculo, en Praga, todavía no sabía que el espacio se curvaba ante la presencia de objetos muy masivos. Fue en Zürich, en colaboración con su amigo, Marcel Grossmann, que empezó a desarrollar la primera teoría de la gravitación basada en la naturaleza curva del espacio, pero en lo referente a la curvatura de la luz cerca del Sol, el resultado volvió a ser el mismo que el obtenido en Praga en 1911.

De hecho, la predicción precisa no la pudo obtener sino hasta noviembre de 1915, considerado como el mes más productivo de su vida. En 25 días Einstein llevó a cabo cuatro presentaciones para mejorar su teoría. La primera el 4 de noviembre, que ya mencioné en otra contribución al blog, la segunda el día 11 y la tercera el día 18. La última sería el 25 de noviembre. Por alguna disposición interna en la Academia Prusiana de Ciencias, todas las sesiones se presentaron en jueves.


Sus ecuaciones fueron iguales en su segunda y tercera conferencias, pero con la diferencia de que el día 18 presentó dos cálculos que habrían de modificar prácticamente toda su vida. Uno era la predicción precisa del corrimiento del perihelio de Mercurio. Cuarenta y tres segundos de arco que no tenían explicación de ninguna clase. Se trata de un efecto que se puede describir con el siguiente dibujo.



Lo habían estudiado él y Michel Besso en 1913, basado en la teoría preliminar de la gravitación, pero con resultados nada satisfactorios. En cambio, en su conferencia del 18 de noviembre mostraba el resultado preciso para el corrimiento del perihelio de Mercurio. Einstein sabía que esta vez estaba en el camino correcto.

A diferencia de las expresiones matemáticas del 4 de noviembre, en la versión del día 11, y también en la del día 18, Einstein regresaba a una ecuación que había sido descartada por él y por Grossmann hacía tres años. Sin embargo, ésta volvería a ser modificada antes de que transcurrieran otros siete días. Sus ecuaciones ya estuvieron correctas el 25 de noviembre de 1915 con la aparición de un término adicional, pero debido a que su presencia no modificaba las predicciones encontradas, éstas quedaron bien establecidas desde entonces.

El doblez de la trayectoria de la luz puede entenderse con una figura como la que sigue:


Un observador que vea una eclipse desde la Tierra encontrará que las estrellas con posición aparentemente cercana al Sol tienden a separarse del centro oscurecido porque la sombra de la Luna se proyecta hasta nuestro planeta.

Cuando ocurría el eclipse el jueves 29 de mayo de 1919, Sobral, Brasil, tenía cielo despejado, pero a ese fenómeno ya no pudieron asistir los equipos argentinos. De acuerdo a la predicción de los ingleses, el ángulo de la desviación era el predicho por Einstein. El resultado de las mediciones fue informado el jueves 6 de noviembre de 1919 en una reunión conjunta de la Sociedad Astronómica y la Sociedad Real.

En términos de casualidades, era el sexto jueves de Einstein. Cuatro en noviembre de 1915, el quinto el día del eclipse en Sobral y el último el día del anuncio en Londres. La noticia puramente científica trascendió a la prensa escrita con grandes titulares. Hablar de que el espacio se curvaba ejercía un efecto mágico en la imaginación de las personas, decir que la energía atraía a la energía generaba una sensación extraña. El hombre que rozaba los cuarenta años de edad cedía poco a poco su lugar a la leyenda.


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